Preparados para el 1 de enero de 2019

A partir del 1 de enero de 2019 los edificios de nueva construcción, así como los ya existentes, deberán ser autosuficientes energéticamente y reducir hasta cero las cotas de emisión de gases nocivos. Este importante reto es la Directiva 2002/91/ EC que fue aprobada hace pocos meses por aplastante mayoría durante la junta parlamentaria sobre eficiencia energética en los edificios.

Preparados para el 1 de enero de 2019

Según los datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía en nuestro país el consumo energético en los hogares asciende a un 20% sobre el total y en el caso del conjunto de la Unión Europa, la cifra asciende hasta el 40%.

Puede parecer una quimera que los edificios consigan reducir a 0 sus emisiones o que sean capaces de generar su propia energía. Sin embargo, si bien es una misión que lleva mucho tiempo, trabajo y esfuerzo por parte de todos los implicados, no es para nada imposible.

Cada país de la Unión planteará, antes de finales 2010, sobre la propia directiva un plan de acción para alcanzar estos objetivos.

Según el texto aprobado se trataría de construcciones «en las que, como resultado del alto nivel de eficiencia energética, el consumo anual de energía es igual o menor que la producción energética procedente de fuentes renovables».

Ya en 2006 la entrada en vigor del nuevo Código Técnico de Edificación supuso un avance muy importante en materia de eficiencia energética, al tratarse de una recopilación de medidas tales como la instalación de energía solar térmica para generar agua caliente o la utilización de iluminación eficiente en las zonas comunes de las edificaciones.

Sin embargo, para lograr el objetivo hay que ir más allá y desde instalar contadores inteligentes capaces de medir el consumo y avisar si el incremento es mayor del esperado, el uso de energía renovables, ya no sólo la solar, la más utilizada hasta el momento, hasta utilizar sistemas de «alta eficiencia» en la climatización como la bombas de calor.

Podría decirse que estamos hablando de la versión mejorada de lo que hasta ahora se ha conocido como la vivienda bioclimática. Según la Asociación para el Desarrollo de la Casa Bioclimática, «la arquitectura bioclimática busca el confort de las personas, aprovechando las condiciones del entorno y si aumentamos el nivel bioclimático de un inmueble conseguiremos que sea más saludable para sus ocupantes, más respetuoso con el medioambiente y más acorde con su entorno».

Para ello, sin duda será necesaria una importante inversión económica y por ello tanto la Comisión, como los estados miembros deberán preparar planes financieros que ayuden a poner en marcha la nueva directiva.

Medidas como crear hipotecas a bajo interés, generar mayores facilidades fiscales o planteando la posibilidad de que las compañías suministradoras de energía ofrezcan asistencia financiera a los clientes, pueden ayudar a alcanzar los objetivos.

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